martes, 5 de octubre de 2010

EL CUERPO SUSURRA, DICE O GRITA, LO QUE LA MENTE NO PUEDE O QUIERE COMPRENDER


Esto que os dejo a continuación me lo ha enviado mi amiga Mati por correo, espero que os sirva de algo:

Un resfrío ocurre cuando el cuerpo no llora...
Un dolor de garganta aparece cuando no es posible comunicar las aflicciones...
El estomago arde cuando la rabia no consigue salir...
La diabetes invade cuando la soledad duele...
El cuerpo engorda cuando la insatisfacción aprieta...
El dolor de cabeza deprime cuando las dudas aumentan....
El corazón renuncia cuando el sentido de la vida parece terminar...
La alergia aparece cuando el perfeccionismo es intolerable...
Las uñas se quiebran cuando las defensas están amenazadas...
El pecho aprieta cuando el orgullo esclaviza...
La presión sube cuando el medio aprisiona...
Las neurosis paralizan cuando el "niño interno" tiraniza...
La fiebre sube cuando las defensas detonan las fronteras de la inmunidad....

¿Y tus dolores callados?¿Cómo hablan ellos a tu cuerpo?

Pero cuidado.... ¡elige qué hablar...con quién hacerlo.... dónde, cuándo y cómo!

Sólo los niños cuentan todo, a cualquier hora, de cualquier forma....

¡Elige a alguien que pueda ayudarte a organizar las ideas... a armonizar sensaciones y a recuperar la alegría...!

Todos necesitamos saludablemente de un oyente interesado....
Pero todo depende, principalmente, de nuestro esfuerzo personal en que se produzcan los cambios que deseamos para nuestra vida....... "

sábado, 2 de octubre de 2010

AHORA TE QUIERO (Pedro Salinas)


"Ahora te quiero..."

Ahora te quiero,
como el mar quiere a su agua:
desde fuera, por arriba,
haciéndose sin parar
con ella tormentas, fugas,
albergues, descansos, calmas.
¡Qué frenesíes, quererte!
¡Qué entusiasmo de olas altas,
y qué desmayos de espuma
van y vienen! Un tropel
de formas, hechas, deshechas,
galopan desmelenadas.
Pero detrás de sus flancos
está soñándose un sueño
de otra forma más profunda
de querer, que está allá abajo:
de no ser ya movimiento,
de acabar este vaivén,
este ir y venir, de cielos
a abismos, de hallar por fin
la inmóvil flor sin otoño
de un quererse quieto, quieto.
Más allá de ola y espuma
el querer busca su fondo.
Esta hondura donde el mar
hizo la paz con su agua
y están queriéndose ya
sin signo, sin movimiento.
Amor
tan sepultado en su ser,
tan entregado, tan quieto,
que nuestro querer en vida
se sintiese
seguro de no acabar
cuando terminan los besos,
las miradas, las señales.
Tan cierto de no morir,
como está
el gran amor de los muertos.